- Los turistas rusos tienen predilección por el famoso restaurante-bar Floridita de La Habana
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Señaló el directivo que en aras de enfrentar esa medida y minimizar la caída del turismo norteamericano en los meses de julio, agosto y septiembre, se dieron a la tarea de diversificar la oferta con otras agencias de viajes.
La nueva estrategia, montada con los grupos Cubatur y Cubanacán, principalmente apuntó al mercado ruso que visita el balneario de Varadero, e incluye una excursión para probar el Daiquirí o almorzar en el Floridita.
De cualquier manera, la realidad en estos momentos es que los rusos son presencia fija en el famoso Floridita, pese a que la lista, por orden, de mayores concurrentes incluye estadounidenses, polacos, europeos, chilenos y mexicanos, junto a canadienses y británicos.
Este bastión gastronómico habanero, sin lugar a dudas, sigue dando mucho de qué hablar, por su carta de vinos, y alimentos, y sobre todo por su Daiquirí y el espíritu de los famosos que le habitan.
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Conocido como La Piña de Plata en sus orígenes, el bar-restaurante Floridita abrió el 6 de julio de 1817. Su celebridad la apoya que incluso la revista estadounidenses Esquire lo incluyera en 1953 entre los siete bares más famosos del orbe.
Sus salones son especializados en mariscos, con una buena carta de habanos, lugar por donde pasaron, en su etapa actual, Paco Rabanne, Naomi Campbell, Matt Dillon, Kate Mosse, Dany Glober, Jack Nicholson, Fito Páez y Jean Paul Belmondo, entre otros, para ratificar el glamur del lugar.
Ubicado en el número 557 de la Calle Obispo, a las puertas de La Habana Vieja, constituyó y constituye un sitio muy especial.
El Daiquirí es prácticamente un trago-leyenda. Sobre su aparición existen diversas versiones, una de ellas, le sitúa desde principios del siglo XX por el ingeniero Pagliuchi, capitán del ejército libertador cubano, en la mina de hierro de Daiquirí, en el oriente cubano.
En ese lugar de la ciudad de Santiago de Cuba, el militar tuvo una entrevista con su colega norteamericano Jennings S. Cox, y como en la despensa del norteño no encontró más que Gin o Vermouth, ron, azúcar y limón, mezcló algunos ingredientes para mitigar la sed.
La segunda versión data de 1898, cuando las tropas norteamericanas desembarcaron en la propia zona de Daiquirí, en su playa, y el general Shafter, unió ron, limón y azúcar, y le añadió hielo para otorgar toque de distinción.
Con posterioridad, su verdadero realce ocurre en La Habana, atribuible al cantinero Emilio González, conocido como Maragato, de origen español. Pero su esplendor fue de la mano del hispano Constantino Ribalaigua Veri (Constante), y del asiduo bebedor Hemingway.
Es muy difícil que un local hostelero adquiera una gran fama, convirtiéndose en un destino más para los turistas que viajan al país. Para poder conseguirlo, es necesario cierta antigüedad, avalada por una buena comida o bebida y un ambiente fantástico. Para conseguir dicho ambiente, el mobiliario del local debe conseguir una atmósfera que provoque en el comensal muchas sensaciones positivas.
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